Mezclamos la harina, el agua y la levadura y amasamos hasta tener una masa elástica y firme, por último añadimos la sal y mezclamos durante diez minutos más. Podéis utilizar una amasadora o amasar a mano, se trata de una masa hidratada que al principio se pegará a las manos, no os asustéis.
Dejamos reposar la masa durante 30-60 minutos tapando con un paño húmedo o film para que aumente su volumen.
Engrasamos el molde que vayamos a emplear con aceite de oliva, y colocamos la masa sobre el molde con ayuda de nuestras manos haciendo un pliegue sobre la masa para darle forma rectangular. Recomiendo que sea un molde un poco alto porque la masa volverá a aumentar su volumen. Podéis usar un molde de 50x30 o una bandeja de horno alargada con bordes altos.
Tapamos de nuevo y dejamos reposar 2 horas a temperatura ambiente o 6 horas en la nevera.
Precalentamos el horno a 200º C con calor arriba y abajo.
Pincelamos con abundante aceite de oliva que mezclaremos con 3 cucharadas de agua.
Damos forma a la focaccia haciendo agujeros con las manos y colocando en ellos romero fresco. Finalmente añadimos una pizza de sal en escamas.
Horneamos, aproximadamente 25-30 minutos, hasta que la masa esté dorada y obtengamos una textura crujiente. El tiempo exacto dependerá de vuestro horno. Debéis observar la superficie de la focaccia dorada y crujiente.
Servimos la focaccia recien hecha o dejamos enfriar sobre una rejilla antes de servir y ¡a disfrutar!