En primer lugar, si los pistachos no están pelados, debemos pelarlos y, con la ayuda de un paño, retirar los restos de piel.
Trituramos nuestros pistachos, con 20 g de aceite de oliva, en nuestro robot de cocina.
Observamos la textura. En un primer momento tendremos una pasta crujiente. Si deseamos una pasta de pistacho más cremosa, podemos añadir una cucharadita más de aceite y seguir triturando para tener una textura untable.
La pasta de pistachos ya está lista para disfrutar como desayuno, merienda o como base de nuestras recetas. Podemos conservarla en un tarro de cristal cerrado y guardarlo en la nevera durante dos o tres semanas.